35 años de exposición continua a la radiación. Chernóbyl más allá de Pripiat
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35 años de exposición continua a la radiación.
Chernóbyl, más allá de Pripiat.
Una mirada desde la Educación para la Paz
ENCUENTRO CON VlADIMIR SIZ, FOTÓGRAFO DE «IZVESTIA» (BElARÚS)
27 de abril de 2021 / 18.00 h. – 20.00 h.
PRESENTAN: Ángel Bañuelos y Alena Karpava
Acceso a la sala virtual:
canal Zoom del Ateneo de Granada. ID 665 785 8476 Código: 370763
https://us02web.zoom.us/j/6657858476?pwd=VUZMNG02QkpnMllRQk45Vnp2ajFhdz09
MESA REDONDA
29 de abril de 2021 / 18.00 h. – 20.00 h.
Acceso a la sala virtual:
canal Zoom del Ateneo de Granada. ID 665 785 8476 Código: 370763
https://us02web.zoom.us/j/6657858476?pwd=VUZMNG02QkpnMllRQk45Vnp2ajFhdz09
Federico Velázquez de Castro González, presidente de la Asociación Española de Educación Ambiental, vocal de Medio Ambiente del Centro UNESCO de Andalucía. Educación ambiental, creando consciencia.
Rafael Vázquez García – profesor de Teoría Política de la Universidad de Granada.
Vulnerabilidad humana y sentido de la comunidad. A 35 años de Chernóbyl.
Antonio César Morón – dramaturgo, profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada. Uso y semántica de Chernóbil en el teatro iberoamericano contemporáneo.
PRESENTA: Alena Karpava MODERA: Jesús Ambel Burgos
Han pasado 35 años desde la catástrofe nuclear de Chernóbyl. Desde el año 1945 el mundo se ha enfrentado a más de dos mil experimentos y más de diez mil accidentes nucleares de distinta gravedad (Chugoku Shimbun, 1991; Medvedev, 1991). Entre todos estos experimentos y accidentes, sólo el de Chernóbil afectó en torno a cuatro-cientos millones de personas en el mundo (Yáblokov, 2012).
Yiablokov et al. (2011) demuestra científicamente el impacto de la exposición a las bajas dosis de la radiación de forma prolongada en el ser humano, la flora y la fauna. Se observa el aumento de las enfermedades comunes e invalidez, envejecimiento prematuro debido a la radioactividad, aumento de las enfermedades oncológicas y no oncológicas, modificaciones genéticas, cambios en el sistema inmunológico, aumento de mortalidad prematura, modificaciones en la fauna y flora, desarrollo alterado de los microorganismos y los virus.
No podemos olvidar las consecuencias de Chernóbyl. La memoria nos lleva a pensar en la necesaria transformación de nuestra relación con la Comunidad de la Vida.
Un desastre ambiental no acontece con independencia de los problemas políticos, económicos o socioculturales de un país. El accidente desahució a las personas de sus casas, de sus familias, de su origen, de su Estado, de su Identidad, de su lengua, de su seguridad, de su plan de vida, temas discutidos en la tesis doctoral de Kárpava (2013) Implicaciones de los programas de acogida temporal de los menores, víctimas de la catástrofe nuclear de Chernóbyl, en el desarrollo de la inmigración ambiental bielorrusa en la provincia de Granada: integración en el espacio de la paz intercultural (UGR).
No obstante, había que reconocer que este grave accidente también ha servido como un gran aprendizaje de colaboración, de coordinación, de responsabilidad, de aceptación, de flexibilidad, de adaptación a las nuevas circunstancias. Ha sido un punto de reflexión que ha impulsado la discusión sobre el desarme nuclear, la promulgación del Derecho Humano a la Paz, la necesidad de educar en la responsabilidad con la Comunidad de la Vida.
En el año 1992, en la Cumbre de la Tierra, Gorbachov, expresidente de la URSS, reafirmó su compromiso con los objetivos del movimiento ecológico internacional y apoyó la creación de la Cruz Verde Internacional, una entidad para la defensa del medio ambiente. Más adelante, en 1994, junto con Maurice Strong (Secretario General de la Cumbre de la Tierra y presidente del Consejo de la Tierra) y siendo presidente de Cruz Verde, apoyó una nueva iniciativa, la Carta de la Tierra, una declaración de principios éticos fundamentales para la construcción de una sociedad global, justa, sostenible y pacífica. “La Carta de la Tierra constituye un documento único que refleja un nuevo nivel de comprensión compartida universalmente sobre la interdependencia entre los seres humanos y la naturaleza” (Gorbachev, 1994).
Con esta exposición queremos generar una reflexión sobre el impacto negativo que produce en cada uno de nosotros la educación en la violencia estructural. Invitamos a conocer algunas realidades del territorio bielorruso, país íntegramente afectado por la exposición a la radiación desde hace 35 años. La obra fotográfica recoge las historias particulares, las voces silenciadas, como muestras de resistencia, aceptación, colaboración, amor a la naturaleza, resiliencia.
Nuestra intención no es la denuncia, sino la llamada a aprovechar la oportunidad de aprender de la historia con el fin de modificar conductas, generar consciencia sobre nuestra responsabilidad con el Planeta y con las gene-raciones presentes y futuras, “crecer para no tener más, sino para ser más” (Carta de la Tierra).