‘Alejado del tiempo’, por Celia Correa Góngora

El pasado 10 de octubre Celia Correa Góngora estuvo presentando Alejado del tiempode Ramón López Pazos, en la Librería Picasso de Granada. Os dejamos sus palabras.

Yo no conocía hasta hace apenas unos minutos a Ramón López Pozas, bueno, sabía de él lo que escuetamente se reseña en la solapa de “Alejado del Tiempo”: que nació en Madrid, que su gusto por la escritura se despertó siendo adolescente, que ha hecho algunas incursiones en la poesía y en la novela y que es colaborador habitual en publicaciones culturales.

Pero les cuento: Un día, al abrir mi correo, me encontré un mensaje de Paolo Remorini, invitándome a hacer los oficios de presentadora de “Alejado del tiempo”, haciéndome la educada salvedad, desde luego, de que siempre que su lectura, fuera de mi agrado.

Tengo que reconocer que me bastó leer unas cuantas líneas para darme cuenta de que tenía en ante los ojos un excelente libro de relatos. Si la memoria no me falla, en apenas una hora, le respondí Paolo recibió: “Magnífica prosa. Puedes contar conmigo”. Y estas escuetas palabras, pienso que deberían bastar para convencerles a ustedes de que la lectura de “Alejado del tiempo” no les defraudará. No obstante y una vez devorado, más que leído este libro, estoy en condiciones de añadir nuevos argumentos.

Ciertamente todo puede ser contado y muchos son, por tanto, los que se aventuran a contarlo, aunque no todos con el acierto y el respeto que el arte de escribir se merece; demasiados son los que, llamándose a sí mismos escritores, se limitan a juguetear con el idioma, en un ajetreo de manidas imágenes, colocadas aquí y allá, sin orden ni concierto o mejor dicho, con mucho desconcierto para el sufrido lector.

Yo, que soy una ávida lectora, además de una señora que de vez en cuando escribe cosas, demasiadas veces me he visto invadida por la zozobra de esas historias escritas sin magia, sin esencia, deshilvanadas, narradas sin la tensión que alienta el estremecimiento o las emociones, sin criterio en la puntuación ni en la longitud de las frases, tomando prestado, despojando a diestra y a siniestra, carentes, en definitiva, de ese estilo, que según afirmaba Cocteau, es el alma de lo literario.

“Alejado del tiempo”, tengo que confesarlo, me ha reconciliado con lo mucho y no siempre bueno que se viene publicando hoy en día, pues a largo de sus 326 páginas me he sentido turbada, a veces, hasta conmocionada por esos relatos fantásticos cuya lectura te dejan a los pies del asombro; en un mundo donde casi nada ocurre sin que previamente lo haya decidido alguien, la lectura de “Alejado del Tiempo” se convierte en una posibilidad de refugio y evasión.

Ramón López Pazos tiene madera de escritor, de gran escritor, qué duda cabe, su lenguaje está sumamente cuidado, saber mezclar los tonos y las emociones, elevando a la categoría de historias, el ensayo o la mera reflexión; tiene una depurada exquisitez y una forma directa de ir al objetivo, cuestión esencial, a mi parecer, dentro de la estructura de un relato, sin olvidar, desde luego, esos giros, retornos o vuelcos que ayudan a respirar a las historias, dotándolas de una fluidez no exenta de complejidad, en las que los diálogos son utilizados de manera hábil, ayudando a desvelar a los personajes, a los que el autor ni tan siquiera necesita describir física o mentalmente para que el lector se haga una imagen clara de cómo son, colaborando de esta manera a ensanchar, los siempre movedizos límites del género cuentístico, cumpliendo a raja tabla, desde luego, la complicada misión de todo cuentista que se precie, que es la de abducir al lector.

Yo, al igual que el prologuista de libro Ángel Olgoso, me he sentido complacida, al reconocer en el estilo de Ramón López Pazos, resoles de algunos de los grandes autores del relato fantástico; y esto que digo, en ningún caso debe ser tomado como una crítica, muy al contrario, Borges, uno de los mejores cuentistas de todos los tiempo, dijo: “Todo lo que yo he escrito está en Poe, Stevenson, Wells, Chesterton y algún otro”.

“Alejado del Tiempo” está en estrecha relación con la literatura inglesa y americana, contiene sus símbolos, sus espejos, sus laberintos, sus conflicto, su precisión y esa cruda sinceridad con la que Ramón López Pazos disecciona motivaciones y sentimientos, a través de toda una artillería dirigida a socavar precisamente, la certidumbre.

Cada mañana despertamos creyendo ser los mismos del día anterior, sin embargo, muy pocas veces conseguimos ser la misma persona durante dos instantes seguidos y, justamente, esa es la experiencia por la que tiene que transitar Brendan, el protagonista del cuento titulado AZUL, cuya tragedia personal nos obliga a reflexionar sobre el sufrimiento que comporta sentirse diferente, pertenecer a una minoría que casi siempre te deja a merced de la intolerancia o la irracionalidad.

En el relato ESCARCEO CON LA PARCA Ramón López Pazos hace todo un alarde de humor negro con chispazos que se agradecen sobremanera, como cuando escribe: “No se muere uno todos los días, ahí radica el problema, en la falta de costumbre” o cuando unos renglones después afirma: “No me ha sentado bien morir”. En LA CLÍNICA nos desvela la débil línea que suele separar al mundo real del imaginado, la locura de la cordura. En EL MAYOR CASTIGO, narra la tragedia de un padre que involuntariamente atropella a su hijo, con todo el drama y la desesperación que esa situación comporta. COMPRESE UN PARAGUAS o esa tienda contenedora de misterios y objetos mágicos, como ese espejo que se niega a reflejar a las personas. MI NOVIO o la necesidad de la morosidad en el amor, del ir sin prisa, tal vez esa sea la razón de que López Pazos haya considerado al galápago como el amante perfecto o HABEMUS PAPAM cuento de final inesperado e hilarante que nos ofrece una imagen sumamente cómica como es la de los cardenales haciendo gimnasia en los jardines del Vaticano, mientras esperan para votar al nuevo Papa. LINEA DE META, es un cuento redondo y muy bien desarrollado.

En suma, “Alejado del Tiempo” es un libro de alto contenido emotivo, de delicada prosa, bien escrita, lo cual es mucho más meritorio, por cuanto que es francamente difícil que un relato breve, concentre en sí mismo, toda la fuerza connotadora de significados y emociones, suficiente para lanzar cargas de profundidad al lector.

Celia Correa Góngora