Entrevista a Miguel Arnas Coronado

Os dejamos la entrevista de Juan Peregrina Martín a Miguel Arnas Coronado, que presenta en esta edición de la Feria del Libro de Granada su último libro, Nos. También publicamos su novela Ashaverus el libidinoso.

  • Has publicado tu última novela, Nos, recientemente: sin desvelar la historia ¿puedes contarnos por qué ese título?

Nos es el plural mayestático, el que indica autoridad, poder por parte de quien lo usa. Además, si lo apartamos de ese uso, presupondría una comunidad, un proyecto común, y eso es lo que denuncio, esa falta de comunidad, y, en cierta forma, tal cosa ironizo con el título. Cuando cada individuo o grupúsculo se empecina (iba a decir emperra, pero los perros son más colaboradores, al menos cuando se trata de comer, de conseguir comida entre varios) en su propia verdad, sin atender para nada a las verdades de los otros, cuando la negativa a negociar, a ceder, es el tono de una relación comunal, cada grupito o personaje habla ex cátedra. O mejor dicho, no habla, perora, dogmatiza, afirma tajantemente.

  • ¿Cuándo transcurre la historia?

Empieza un 20 de noviembre de 1977 y acaba al final del curso escolar, es decir a finales de junio de 1978. Elegí ese 20 N porque ese día tocaba que aquel señor bajito que era gallego resucitase, y mira por dónde, no resucitó. Cosas que pasan. Los que sí andábamos en ello, es decir en la tarea de resucitar, éramos muchos de los demás. Muerto papaíto, nos sentimos libres, pero sin calcular que en esos casos, los ilusionados, o mejor dicho, los ilusos, creen que todo es posible, y eso nunca ocurre: a lo largo de la Historia nunca se ha dado el caso de que todo sea posible.

  • ¿Qué papel ha tenido tu trabajo como profesor en la elaboración de esta historia?

Todo. Aquella experiencia que viví, y que en esta novela deformo y amaso como si fuera un pan, y con ello quiero decir que cambio personajes y situaciones pero no la cosa-en-sí, fue determinante para algunos de quienes la vivimos. En mi último destino como profesor, mis alumnos me llamaban maestro. Algunos compañeros se molestaban porque éramos “de secundaria”, y maestros se les llama a “los de primaria”. Para mí era un honor que me llamaran así porque maestro no es solo el que puede enseñar algo, sino además aquel de quien los demás creen que puede enseñar algo, que no es exactamente lo mismo. Por desgracia, algunos alumnos estaban convencidos de que no teníamos nada que enseñar y por eso, por un prejuicio estúpido, no nos hacían ni caso.

  • Alguna vez has comentado la importancia de lo metaliterario pero en su justa medida: ¿puedes ampliar esta afirmación?

Lo metaliterario siempre corre un riesgo: ser un recurso o truco de escritores para escritores, y que se quede ahí, en mero alarde o artificio. Con todo, lo metaliterario es imprescindible porque es la reflexión sobre el mismo hecho de la escritura. Los dogmas, las religiones, algunas políticas, impiden la reflexión sobre sí mismas porque acabarían puestas en solfa, y si se pierde el poder se pierde la vida, pero la literatura, que no es una ciencia ni debería tener ínfulas de serlo, puede permitirse el lujo de la autorreflexión y aun de la risa sobre sí misma. Y no solo es imprescindible lo metaliterario sino, para colmo, inevitable pues la realidad que nos rodea hoy es tan referencial a otras realidades, como el cine, la televisión, la prensa u otros libros, que la literatura, inexcusablemente, las utiliza.

  • Hay recordatorios para tus escritores favoritos… ¿puedes hablar de algunos… y si lo ves bien, hablar sobre el capítulo en el que homenajeas a Joyce?

Me temo que si hablara de todos esos escritores favoritos agotaría este espacio y aun el disco duro de mi ordenador. Por encima citaré, por supuesto a Cortázar, pero ¿se me pueden olvidar Lowry, Broch, Flaubert…? No voy a seguir por lo ya dicho. En ese capítulo homenaje a Joyce traté de hacer una cosa rara. No sé si lo conseguí, espero que sí, pero el intento pasaba por que el lector avisado pudiera adivinar qué había hecho yo ahí, pero si no captaba el asunto, igualmente pudiese disfrutar de ese capítulo, que es muy variopinto y dicharachero, con cambios de estilo, invención de palabras fácilmente identificables, orgías o amoríos varios y algún parrafillo metaliterario en el que el autor habla directamente con el lector o lectora. El intento raro al que hago alusión es el siguiente: Joyce en su Ulises se apoyó en los diferentes episodios de la Odisea, asimilando cada capítulo a un episodio; si eso lo hizo James Joyce, ¿por qué no iba yo a poder hacer lo propio? (cualquier día me mandan una fatua por fatuo), de modo que en ese capítulo llamado Teatro de marionetas, que dividí en párrafos o parágrafos, cada uno de ellos sigue, de una forma u otra, los 18 capítulos del Ulises. Para mí fue un juego y como juego me gustaría que lo tomase el lector. Respecto al crítico, que sude la camiseta… si es que se pone alguno.

  • La educación según tu experiencia, funciona mejor si…

Tal vez fuese más conveniente decir funcionaría. Porque hoy por hoy toda mejora es utópica, lo que no quiere decir que no deba intentarse. Debería haber más profesores y menos funcionarios y/o inspectores educativos. Me refiero con esto a que los capitanes de infantería son al mismo tiempo personas, pero no todos lo son, y si hubiera más personas que fuesen al mismo tiempo capitanes y no solo capitanes, el ejército funcionaría mejor. En la enseñanza, lo mismo. La LOGSE fue un intento loable de escapar de una educación de ejercicio de poder… y el reflejo del alumnado fue despreciar el sistema educativo. Dos ejemplos: en sus principios básicos enumerados en el proyecto de ley… ¡caramba!, no voy a caer en la barbaridad de citar leyes… ahí, quiero decir, en eso escrito en algún BOE, se hablaba de la educación para el ocio: y el alumnado reaccionó gritando ¡para qué quiero yo estudiar la forma de divertirme!, ¡eso lo aprendo yo solo, no me hacen falta estos necios!; segundo ejemplo: también en sus principios básicos se decía que era importante evitar y borrar las ideas preconcebidas; de eso para qué vamos a hablar: sería conveniente antes convencer a los y las protagonistas de los programas de telebasura que no dijeran burradas, pero ¡cuidado!, no vayamos a atentar contra la libertad de expresión, y además deberíamos convencer al alumnado de que padres, familia, amiguetes, vecinos no tienen razón en lo que repiten. Y eso sí que es difícil. Funcionaría mejor si usuarios, padres, profesores, etc. supieran de una vez que la secundaria no es una guardería. Y que quien esto lea valore las consecuencias de esa recomendación.

  • ¿La lectura funciona como refugio, vía de escape o terapia?

Las tres cosas. Pero sobre todo funciona como puerta de acceso a la sabiduría, que es asunto personal. Leer es discutir con las personas más inteligentes de la historia. Y no me estoy refiriendo solo a la literatura: los libros de ciencia o de ingeniería también están elaborados por esas personas inteligentes. Siempre y cuando ladeemos los libros de autoayuda, los de falsa ciencia, los engañabobos y los escritos por “negros” (escritores mercenarios) de personajillos de la televisión o de la política.

  • Cada escritor es un mundo en su oficio ¿puedes contarnos algo de tu proceso de trabajo?, ¿cómo elaboras tus novelas?

No tengo un método. Ni siquiera un horario. Soy escritor cuántico, en el sentido de que como los cuantos de energía, tengo “repentes”, “voluntos”. Yo me recuerdo a mí mismo a aquel pintor a quien contrató el emperador; el artista le solicitó una casa, mantenimiento de ella, y un año de tiempo; a los 364 días el emperador, desesperado porque el muy sinvergüenza no daba señal de vida, se presentó en la casa y, viendo que no tenía nada hecho, lo amenazó con cortarle la cabeza; no os irritéis, mi señor, dijo el pintamonas; tomó un lienzo, pigmentos y pinceles y pintó el cuadro; ante la cara de sorpresa del emperador, el creador dijo: he necesitado 364 días para pensarlo y 1 para hacerlo.

  • El reiterado tema de la función de la literatura, cuando una novela como Nos se publica, vuelve a nuestra conciencia: ¿es posible escribir buena literatura, comprometida y que perdure?, ¿consideras Nos como un libro comprometido con algo: el sistema educativo, el lector, contigo mismo…?

A la primera pregunta contesto, no solo es posible escribir buena literatura sino que es obligatorio. El compromiso de ella es con el lenguaje, con el lector y con el mismo escritor. No me gusta hablar de compromiso político o social, pero sí compromiso con el tiempo… el que nos ha tocado vivir. Si escribo bien, estaré defendiendo bien mi idea, si es que la tengo. Aunque más bien creo que el escritor debe plantear preguntas, nunca respuestas. ¿Literatura que perdure?, hoy perdurará Belén Esteban, no nosotros, pero qué más da, ¿acaso podemos hacer otra cosa que escribir? Ya he dicho con qué está comprometido Nos: con el lector y conmigo mismo, sobre todo, y después, con el tiempo.

  • Háblanos de tus influencias y si te apetece recomiéndanos algún libro que te haya parecido atractivo.

No, no, no, no voy a recomendar ningún libro, aunque solo sea porque a mí me pasa como a algunos cachondos que les gustan todas. A mí me gustan casi todos los libros porque saco algo de todos, aun de los malos porque me dicen lo que no hay que hacer. ¿Influencias?, no sé, me gustó en su tiempo Joyce, aunque a veces pienso que me atrajo porque entonces, en aquel tiempo y con aquella edad, era casi necesario y obligatorio que me gustase. Me gusta leer filosofía, admiro a Nietzsche, a Spinoza, a Trías. Me encantó Cortázar, todo Cortázar. Me gusta Ernst Jünger, a quien he convertido en personaje de mi Ashaverus el libidinoso. Me gustan los dos Goytisolos. ¿Ves?, ya he caído, ya de forma indirecta estoy recomendando libros, y ¡no, no quería, no!