Valoración de Mª Mar Vinuesa García tras el encuentro de los alumnos del CDP Juan XXIII-Cartuja con Victoria E. Muñoz Jiménez

El pasado 25 de noviembre contamos con la presencia de la escritora Victoria Eugenia Muñoz Jiménez en nuestro centro Juan XXIII-Cartuja. Fue un encuentro muy emotivo para todos, ya que El corazón del roble ha suscitado un gran interés en nuestros alumnos y ha calado muy hondo en algunos de ellos. Ha despertado sentimientos muy fuertes y todos nos hemos trasladado de alguna forma al cuento de la princesa Irenia.

Es muy difícil decir objetivamente lo que sentimos al encontrar un libro que nos emociona, como también lo es expresar objetivamente las razones por las que una persona nos ha enamorado.

Cuando encontramos un libro que nos emociona, nos hace sentir como propias las alegrías y las tristezas, los miedos, los deseos…, nos convierte en visitantes de tierras extrañas y somos capaces de hacer las cosas más insospechadas.

Creo que conocer la parte humana que hay detrás de cada libro, es fundamental y enriquecedor. Lógicamente no siempre tenemos esa posibilidad a nuestro alcance, pero después de unos meses de espera, se ha hecho realidad.

Considero que la ilusión, la inocencia y la fantasía deben estar siempre presentes en nuestro corazón y nunca deberían perderse. Los niños la mantienen viva durante unos años y cuando la pierden, dejan de ser niños. Es cierto que esta novela está adaptada a niños de entre 11 y 13 años, pero cuando un adulto es capaz de adentrarse en la trama, dejar volar su imaginación y trasladarse a la época de la niñez, vienen a nuestra memoria muchas cosas hermosas. Tía Elvira es un personaje entrañable, nos recuerda el cariño sin medida de nuestros abuelos y hace que vivamos y recordemos momentos de ternura que nos han brindado a la largo de sus vidas.

Nadie es diferente porque a los 12 años le guste jugar a las muñecas, a los legos o al parchís. Hay tiempo en la vida para hacer otras cosas.

El trabajo que han realizado los tres grupos de primero de ESO ha sido la presentación de una ficha completa de lectura. En ella además de desarrollar una serie de apartados concretos, han dado todos su opinión personal y han calificado el libro con una puntuación de 0 a 10. He querido recoger algunas impresiones que se repiten y reflejar la media obtenida. En general, la mayoría dice que se trata de una novela muy especial donde nadie espera lo que va a ocurrir hasta el final. Quizá al principio la lectura es más lenta, pero cuando te adentras en el cuento de la princesa Irenia, te olvidas de todo lo demás y vives cada descripción y suceso como si fuese el último. Me han llegado a decir que les daba rabia que se cortara el cuento en numerosas ocasiones para continuar con la historia de Irenia.

A todos les ha encantado el léxico tan cuidado y las explicaciones de cada una de esas palabras a pie de página.

Por otro lado, he de decir que me han sorprendido un par de alumnos para bien. En principio, no se compraron el libro ni entregaron ficha como el resto de sus compañeros. La semana pasada me confesaron que tenían interés en leerlo y sobre todo que la autora se lo dedicara. Han leído el libro en un tiempo record y eso que han tenido mes y medio para hacerlo. Aquí se demuestra que querer es poder. Ojalá fuesen para otras cosas igual de eficientes.

Ayer un alumno me decía que tía Elvira le recordaba a un niño cuando es adoptado y se entera de que sus padres no son verdaderamente sus progenitores. Ella hizo creer a todos que era la tía y, sin embargo, no tenía ningún tipo de parentesco con ninguno. Me recalcaba que tu vida cambia por completo ante noticias de este tipo y eso le había impactado.

La nota media de los tres grupos es de un nueve y pico, por tanto doña Victoria debe estar muy orgullosa de su novela, pues al menos para nosotros tiene un sobresaliente.

Cerramos el libro tras leer la última página y nos sentimos satisfechos, plenos… y vacíos. Ya no hay más, se acabó ese mundo, esa fantasía, ese amor. Y paladeamos frases sueltas, momentos con sabor a tinta que serán los que recordemos al hablar del libro. Porque tenemos que contarlo, compartirlo, gritarlo. Y, al hacerlo, cada vez, aunque nuestro oyente no se dé cuenta, habrá un brillo de envidia en nuestra mirada. En realidad, lo envidiamos porque…, qué no daríamos por no haberlo leído y que alguien nos lo recomendara para volver a sentarnos, para volver a leerlo, para volver a sentir.