Descripción
«Si las lenguas y las jergas locales tienen un interés extraordinario para los filólogos y los estudiosos como prácticas del habla, no menos importante es su valor como custodios de los secretos familiares, de los sucesos sentimentales y de la intimidad de un pueblo. Cada palabra, cada guiño sobreentendido, remite no solo a una memoria compartida sino también a decenas de historias particulares que a su vez aluden a individuos irrepetibles que han formado parte de una comunidad de personas.
El lenguaje, como escribió Franz Rosenzweig, un filólogo alemán del siglo pasado, “es más que sangre”, es el nexo que prueba la existencia de una colectividad más allá de los datos catastrales o demográficos, es el vínculo espiritual y solidario de la convivencia en común.»
Alejandro V. García
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